
Aunque es sobradamente conocido que las toallitas húmedas no deben tirarse al inodoro sino al cubo de la basura, esta sencilla práctica aun brilla por su ausencia en muchos hogares y ha generado un grave problema medioambiental, social y económico que va más allá de los atascos puntuales de los bajantes de los domicilios, colapsando las tuberías de saneamiento público. Así lo constatan los datos que Emasesa ha hecho públicos este martes para evidenciar y concienciar sobre este asunto con motivo del Día Mundial del Saneamiento.
En 2023 Emasesa recogió 755 toneladas, el equivalente a un edificio de 10 pisos, procedentes de las aguas residuales. En una sola semana con climatología normal se recogen habitualmente unos cuatro o cinco contenedores de siete metros cúbicos cada uno, la misma cantidad que se retira en un solo día de lluvia, al arrastrar la fuerza del agua los residuos acumulados en tuberías y colectores. Unas cifras que se mantienen invariables en el tiempo, como indican desde la empresa de Abastecimiento y Saneamiento de Aguas de Sevilla que abastece a doce municipios de la provincia, incluida la capital.
La limpieza de cauces y colectores; la adecuación de depuradoras así como la reparación de averías y la eliminación de atascos puntuales generados por las toallitas y otros residuos que discurren por la red de saneamiento suponen a Emasesa un sobre coste de cinco millones de euros. A lo que hay que sumar otros siete millones que requiere el mantenimiento de las plantas depuradoras para que no se colapsen, según ha informado el director de sostenibilidad e innovación de la empresa, Francisco José Rodríguez durante una visita realizada a la Estación Depuradora de Aguas Residuales (Edar) de San Jerónimo. A ello hay que añadir el importe que supone a las comunidades de vecinos retirar los atascos originados por las toallitas en sus bajantes, que suele costar de media unos 160 euros por servicio.

Andrea Elena Grigore, presidenta de la comunidad 'La Farruca' en San Pablo, es una de las afectados, que ha padecido durante casi 20 años este problema de manera continuada, como ha relatado a 20Minutos.
"Nos inundábamos cada vez que llovía por culpa de las toallitas" porque "se desbordaba la arqueta, provocando la salida de aguas fecales" dentro de las casas, con los consiguientes "malos olores". Ella compró el piso en 2006 y ya entonces sufrían este contratiempo todos los inviernos, que intentaron solventar hace unos diez años, cuando se puso al frente de la gestión de la comunidad.
Pero la mayor dificultad a la que se tuvo que enfrentar fue la "falta de concienciación ciudadana, especialmente de las personas mayores", lo que generaba un "mal estar entre los vecinos" que sí cumplían las buenas prácticas para tirar este tipo de basura y los que no. Finalmente, como recuerda Elena, contactaron con Emasesa que "nos aconsejó hacer un cambio de la arqueta", una obra que es obligatoria pero que su urbanización no tenía realizada, explica esta vecina. También contrataron hace cinco años un seguro de alcantarillado, que les cuesta 200 euros de manera anual, que acude dos veces al año a limpiar la parte que corresponde a los propietarios de las viviendas para no llegar al desbordamiento.
"Al principio sacaban hasta siete bolsas grandes de basura", sobre todo toallitas y "ahora sacan una", detalla la joven que asegura que en los últimos dos años no han vuelto a tener el problema. También han comprado una bomba de achique para sacar el agua ante una posible inundación por fuertes lluvias, pero que, afortunadamente solo la han tenido que usar en una ocasión. Cualquier medida es poca para evitar el colapso de las tuberías, haciendo las cosas bien y con un poquito de esfuerzo, se consigue", incide esta vecina de Sevilla.

La falta de concienciación ciudadana unido a los mensajes engañosos de los fabricantes de estos productos son la raíz del problema, como han explicado desde Emasesa. "Las tuberías están concebidas para albergar solo agua, que al tropezar con elementos sólidos, se producen atascos y discurre más lenta". Un problema que se ha agravado en los últimos años al existir cada vez más tipos de toallitas, que nacieron para la limpieza de los bebés y ya hay para todo tipo de higiene personal y del hogar. De hecho, en España cada persona consume 15 kg de toallitas al año.
Estas están compuestas de fibras plásticas que al entrar en contacto con el agua se expanden y crean tapones y atascos y una sola tarda más de 100 años en degradarse de forma natural, aseveran desde la empresa, que indican que además de estos residuos, también se tiran al inodoro compresas, pañales, tampones, entre otros. Un mal hábito que se une a la falta de claridad en la información del etiquetado de estos artículos, que indican en letra muy pequeña el agua que necesitan para eliminarse o el tiempo que tardan en descomponerse, como ha destacado en su intervención Miguel Ángel Doval, responsables de inspección de vertidos industriales de Emasesa.
Estos residuos, que no se disuelven, llegan a través de las tuberías y colectores a la zona de desbaste del EDAR, donde se tratan como un residuo no peligroso y son retirados de las instalaciones. El agua es filtrada varias veces, separando esta ingente cantidad de basura del líquido, como ha comprobado este medio.
Pese a ello "siempre queda algo de esta contaminación en el agua que llega a los cauces", ha lamentado Francisco Rodríguez, al tiempo que ha informado de los proyectos que tiene en marcha Emasesa para mejorar el tratamiento empleando nueva tecnologías, uno de ellos, que asciende a 12 millones de euros, ya ha recibido una subvención de nueve del Perte, mientras que el otro, de 25 millones, se ha presentado recientemente al Gobierno central para conseguir financiación por valor de 21 millones.
Impacto ambiental
La mayoría de las fuentes apuntan a que en caso de fuertes lluvias, pueden terminar en nuestra riberas, ríos y playas, contaminando el entorno e introduciéndolas en la cadena alimentaria y provocando problemas de salud. Las toallitas no son reciclables, por ello, reiteran desde Emasesa, deben depositarse en el cubo de basura, de restos, concretamente, y nunca en el inodoro.
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