
Que David Fincher es un sujeto de armas tomar es algo que todos sabemos a estas alturas. Uno de los cineastas más aclamados de Hollywood, el director de Seven, La red social y El club de la lucha (entre otras) nunca se ha mordido la lengua a la hora de arremeter contra la industria, la prensa, las plataformas y cualquier otro blanco que se le ponga a tiro.
Fincher ni siquiera se corta a la hora de narrar sus desencuentros con un Leviatán de Hollywood como Disney. En una entrevista con Letterboxd (vía IndieWire), el cineasta ha explicado por qué esa película basada en un clásico de la ciencia ficción que planeó junto al estudio a principios de la pasada década no llegó a rodarse jamás.
"La vida es demasiado corta para esto"
Se trata de 20.000 leguas de viaje submarino, la adaptación de la novela de Julio Verne que ya había llegado a la pantalla en 1954, también producida por Disney y con Kirk Douglas enfrentándose al capitán Nemo de James Mason. A principios de la pasada década, Fincher acarició la posibilidad de rodar una nueva versión.
El mayor desencuentro entre Fincher y la corporación surgió cuando Brad Pitt abandonó el reparto por problemas de agenda: mientras el director quería a Channing Tatum como sustituto, el estudio apostaba por Chris Hemsworth.
El cineasta, sin embargo, recuerda haberse enfrentado a los ejecutivos por otras razones. Las cuales derivaban tanto del tono que él quería darle a la historia como de cuestiones políticas presentes en la novela original, pero que el estudio prefería ahorrarse.
Según explicó Verne en la novela original y en su secuela La isla misteriosa, el capitán Nemo era un aristócrata indio cuya familia había sido exterminada por el Imperio británico tras la rebelión de 1857. Y, si bien al director le entusiasmaba abordar este aspecto de los libros, Disney no estaba ni mucho menos por la labor.
"No puedes hacer que la gente se emocione con los riesgos que te quieres tomar", explica Fincher. "La actitud de Disney era 'necesitamos saber que podremos explotar este producto de cabo a rabo, y vas a tener que cumplir estos requisitos'. Y yo respondía: 'pero ¿vosotros habéis leído a Verne?".
Empeñado en narrar la historia de "un príncipe enfrentado al imperialismo blanco", Fincher seguía en sus trece. A lo que, según él, Disney respondía "vale, vale, lo que tú digas, siempre que rebajes el tono". "Así que llega un momento en el que dices: 'Mira, no quiero haceros el lío y que descubráis lo que habéis estado financiando el día del estreno. Va a ser como pasar dos años arrancándome los dientes, y no quiero: la vida es demasiado corta para esto".
De esta manera, Disney se quedó sin revivir una de sus propiedades intelectuales, y Fincher no pudo entregar esa versión "grumosa, atrevida, húmeda y steampunk" que aspiraba a dirigir. ¿Estamos ante una de las grandes pérdidas para el cine fantástico del siglo XXI junto a esa En las montañas de la locura que Guillermo del Toro y James Cameron quisieron rodar con Tom Cruise? Solo las profundidades lo saben...
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