El euro decae ante los problemas energéticos y políticos, que ponen en una encrucijada a los tipos del BCE

La moneda pierde valor frente al dólar mientras que la economía de la eurozona sufre por el impacto del precio de la energía, la posible guerra comercial entre China y EEUU y la división de los países europeos.
El euro decae ante los problemas energéticos y políticos, que ponen en una encrucijada a los tipos del BCE
El euro decae ante los problemas energéticos y políticos, que ponen en una encrucijada a los tipos del BCE.
Nerea de Bilbao
Euro-bce

El euro no ha empezado 2025 con buen pie. Desde octubre de 2024, la moneda única ha perdido más de un 6% frente al dólar, y actualmente ha llegado a caer por debajo de los 1,03 dólares. Este nivel que no se veía desde noviembre de 2022, refleja no solo la divergencia creciente entre las políticas monetarias de Europa y Estados Unidos, sino el reflejo de una combinación de factores económicos, energéticos y políticos que están afectando gravemente a la eurozona.

Según JP Morgan y Deutsche Bank, las probabilidades de alcanzar la paridad entre el euro y el dólar en el primer semestre de 2025 es cada vez más real, especialmente si las presiones inflacionarias en Estados Unidos obligan a la Reserva Federal (Fed) a mantener tipos más altos durante más tiempo. Este contexto afecta negativamente a los planes del Banco Central Europeo (BCE) de bajar los tipos de interés en 2025 para estimular el crecimiento

El euro se debilita ante estos factores económicos

La economía de la eurozona se encuentra atrapada en una tormenta perfecta de problemas interconectados. Uno de los más críticos es el aumento de los precios del gas natural, que han alcanzado los 44 euros por megavatio hora (MWh), el nivel más alto en dos años. Este encarecimiento golpea las importaciones energéticas y profundiza el desequilibrio comercial, afectando especialmente a economías dependientes de la energía importada, como la alemana. Aunque Alemania ha intentado diversificar sus fuentes y ha construido terminales flotantes para gas natural licuado (GNL), la interrupción del suministro de gas ruso a través de Ucrania sigue siendo un factor desestabilizador.

En segundo lugar, las tensiones comerciales impulsadas por la administración de Donald Trump han generado un escenario desfavorable para Europa. Entre las medidas más proteccionistas de la nueva administración están los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos, que incluyen un aumento generalizado del 10% sobre productos importados y un 60% para bienes provenientes de China. El efecto indirecto de estos aranceles para Europa es doble. Primero, muchos productos chinos que antes se dirigían al mercado estadounidense están buscando ahora otros destinos, y Europa surge como el principal receptor de este desvío.

Esto genera una inundación de productos más baratos que intensifican la competencia en sectores estratégicos como el tecnológico y el industrial. Según un informe de Deutsche Bank, esta "ola de exportaciones redirigidas" podría reducir los márgenes de beneficio de las empresas europeas en hasta un 4% en sectores como la electrónica y el textil durante 2025.

El impacto no termina ahí. Los precios más bajos para los consumidores pueden parecer positivos, pero representan un problema para las empresas manufactureras locales que ahora deben competir con productos importados más baratos. Esto no solo erosiona su rentabilidad, sino que también dificulta los esfuerzos del BCE para estabilizar la inflación, complicando aún más un panorama ya complicado.

La división de los países europeos

La respuesta europea a este escenario está siendo desigual. Mientras que Francia y Alemania abogan por una estrategia conjunta para negociar con Estados Unidos y mitigar el impacto de los aranceles, otros países de la eurozona, como Italia y España, parecen más enfocados en reforzar sus propios sectores internos para competir con las importaciones más baratas. Esta falta de consenso complica aún más la capacidad de la eurozona para responder de manera efectiva.

Además, hay que tener en cuenta el riesgo adicional derivado de las crecientes tensiones políticas y económicas entre China y Estados Unidos. Un aumento en las restricciones comerciales o en los aranceles podría desatar una guerra comercial a gran escala, lo que tendría efectos colaterales para Europa. Según JP Morgan, este escenario podría reducir el PIB de la eurozona en un 0,5% en 2025, afectando principalmente a países exportadores como Alemania y los Países Bajos.

Finalmente, la incertidumbre política en Francia y Alemania que celebran elecciones este año añade un factor de riesgo adicional. La reciente pérdida de confianza en los gobiernos de ambos países podría desincentivar la inversión extranjera y limitar la capacidad de respuesta de la eurozona ante los retos económicos globales.

¿Qué puede hacer el BCE?

El BCE está en una posición complicada. Reducir los tipos de interés podría estimular la economía interna, pero al mismo tiempo debilitaría aún más al euro, agravando los problemas inflacionarios derivados de las importaciones. Por otro lado, mantener los tipos altos estabilizaría el tipo de cambio, pero a costa de prolongar el estancamiento económico.

En este difícil equilibrio, el BCE podría recurrir a medidas más creativas, como ampliar sus programas de compra de activos o realizar intervenciones verbales para reforzar la confianza en el euro. Sin embargo, estas acciones son soluciones temporales y no pueden reemplazar la necesidad de una estrategia conjunta entre las principales economías de la eurozona. Lamentablemente, con la fragmentación política actual, una respuesta unificada parece estar lejos de alcanzarse.

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