
-Papá, ¿quién era Franco? -Pregúntaselo a Sánchez, hijo mío, que él lo conoce bien pues tenía tres años cuando el dictador murió en una cama de hospital. Lo siento mucho, pero tenemos que seguir hablando de Francisco Franco, que falleció en 1975 pero que hoy, medio siglo después, sigue muy vivo en el interés sectario e imaginario de la extrema izquierda. Una extrema izquierda liderada por Pedro Sánchez que intenta seguir dividiendo cínicamente a la sociedad entre los buenos que apoyan sus ocurrencias y los que no están de acuerdo con marear la perdiz de Franco y entonces son unos franquistas irredentos. Como dijo alguien, nos vamos a pasar 40 años soportando a Franco, y ahora otros 40 soportando a los antifranquistas.
Este nuevo truco de la factoría de enredos que promueve Moncloa responde básicamente a que no hay una política seria y firme a la hora de gobernar, ya que los socios le están apretando de manera especial las tuercas al Ejecutivo y este sigue sin tener respaldos suficientes para dictar leyes y hacer una política constructiva. Al mismo tiempo, hay que mirar al pasado por la ausencia de un presente en positivo y de un futuro alentador, que contagie los ánimos de una sociedad que avanza en precario. Tal vez se salve hoy por hoy la macroeconomía que sigue con buenos niveles, pero la microeconomía es la que afecta y más duele a los ciudadanos que siguen de capa caída y cada vez tienen mayor dificultad para pagar la cesta de la compra con las subidas de precios y los impuestos recientes, y por supuesto con el incremento de los alquileres.
En la estrategia mental y de propaganda que pretende desplegar Sánchez, el Gobierno que él preside se ha empeñado en conmemorar que Franco se murió, pero se olvidan de recordar algo fundamental: se murió en la cama y tras cuarenta años en el poder y no fue aniquilado ni derrocado por los antifranquistas; además, para gran escarnio de los presentes, por su féretro desfilaron en noviembre de 1975 miles de españoles y no para escupir en su cara sino más bien todo lo contrario. Cierto es que otros cientos festejaron su muerte con champán.
La propaganda de estos actos que no han sido consensuados con la mayoría de partidos que apoyan al Gobierno y menos con la oposición, indica que hay una cierta urgencia y que se van a convocar “para poner en valor la gran transformación vivida en este medio siglo de Democracia”, según señaló el propio Sánchez. Volvemos a chocar de frente con la prisas y los tiempos: La Democracia se inició en 1977, dos años después de la muerte de Franco, con las primeras elecciones generales; y en 1978 se ratificó con la aprobación de la Constitución española. Todo ello gracias -por mucho que les duela- a que el Rey Juan Carlos cedió sus poderes en favor de la libertad y la democracia. ¿Por qué entonces nadie habla del actual Rey emérito, principal factótum de ese cambio político? No es tanto por sus andanzas, sino porque la monarquía no debe eclipsar la figura de Pedro Sánchez que quiere ser -retorciendo la Historia- el gran protagonista de estos eventos e inventos políticos para mayor gloria suya y del PSOE.
No solo de verbenas franquistas vive el hombre o la mujer. También tenemos una buena dosis de encuestas con intención de voto. Nada que ver con el pastiche electoral que habitualmente destroza Tezanos cada vez que saca el CIS a pasear. La realidad y las cifras son bien distintas y no hablan de los políticos difuntos del siglo XX, sino de los actuales, aunque estén heridos y casi hundidos políticamente. Pedro Sánchez no tiene previsto ir a las urnas antes de tiempo ni someterse a una cuestión de confianza en el Congreso. Su intención es avanzar en la legislatura, incluso agotarla, y mantener de la manera que sea su endeble mayoría parlamentaria. Todo esto puede cambiar el día que a Sánchez le dé una ventolera, pero no será fácil porque los vientos soplan fuerte en contra del “sanchismo”.
Según una encuesta de “SocioMétrica” para “El español” que dirige Pedro J. Ramírez, si hoy se celebrasen elecciones generales, el actual bloque de investidura con el PSOE a la cabeza sufriría un golpe en su línea de flotación y, más aún, la oposición lograría una sobrada mayoría absoluta de 189 diputados. Todas las encuesta marcan esta misma tendencia: PP-146; PSOE-116; VOX-42; ERC-8; Junts-7; Sumar-7; Bildu-7; PNV-6. Quizá la desesperación por los malos resultados sea la explicación cabal de porque el presidente del Gobierno ha decidido “desenterrar” una vez más al dictador y revitalizar el comodín de la “Franco-esfera”. Nada nuevo bajo el sol, ni bajo la gastada estrategia de falsear la historia de los españoles.
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